Gracias a la fermentación, podemos tener en casa o en las tiendas alimentos que, de otro modo, se estropearían rápidamente. Además, los alimentos fermentados suelen contener probióticos, microorganismos vivos que favorecen la salud intestinal y el sistema inmunológico. Entre los alimentos fermentados más conocidos se encuentran el yogur, el chucrut, el kimchi, el miso, el kéfir, el tempeh o la kombucha.
La fermentación no es solo un método de conservación, sino también una forma de descubrir nuevos sabores y texturas. El proceso puede durar desde unas horas hasta varias semanas o meses, dependiendo del tipo de alimento y del resultado deseado.
Esta forma de preparar los alimentos está muy extendida en todo el mundo y en cada cultura encontramos sus platos fermentados tradicionales. Ya sea el kimchi coreano, el miso japonés, el chucrut europeo, el injera africano o la chicha sudamericana, la fermentación siempre representa una combinación de tradición, sabor y salud.
¡Prueba la fermentación en casa! Empieza, por ejemplo, con una sencilla col fermentada o yogur. No solo descubrirás nuevos sabores, sino que también mejorarás tu salud de forma natural.