En términos de sostenibilidad, las alternativas vegetales son mucho mejores que la carne. La cría de ganado -especialmente vacas- es uno de los mayores productores de gases de efecto invernadero, consume enormes cantidades de agua y provoca la deforestación para cultivar piensos. En cambio, el cultivo de legumbres, cereales y otras materias primas vegetales requiere menos tierra y agua y tiene una huella de carbono mucho menor. Incluso un cambio parcial a una dieta más basada en plantas puede tener importantes beneficios medioambientales.
En cuanto a la salud, la situación es menos clara. Los sustitutos de la carne de origen vegetal no suelen tener colesterol y contienen menos grasas saturadas que los productos de origen animal. Por otra parte, suelen estar tecnológicamente procesados y a veces contienen niveles más altos de sal, aromatizantes, espesantes o conservantes. Por lo tanto, los beneficios para la salud dependen de los ingredientes específicos: no todas las alternativas vegetales son automáticamente una opción saludable. Los expertos recomiendan leer las etiquetas y elegir productos con los ingredientes más sencillos posibles, idealmente combinados con alimentos naturalmente vegetales como legumbres, frutos secos y cereales integrales.
Las alternativas vegetales a la carne pueden ser un buen paso hacia una dieta más sostenible y potencialmente más sana. Sin embargo, depende de qué productos elijamos y cómo los incorporemos a nuestra dieta general. No se trata de un sustituto mágico, sino de parte de un cambio de estilo de vida más amplio que puede tener un impacto positivo en nuestros cuerpos y en el planeta.